martes, 7 de octubre de 2014

Mi exmujer y yo




Una carnicería gaditana que abrió llamándose “Mi mujer y yo”, ahora se llama “Mi exmujer y yo”


 Esta es la pequeña historia de un gran ataque de franqueza que va camino de convertirse en un viral de las redes sociales. Aquí no hay ‘fake’ ni photoshop que valga. «Lo primero que quiero dejar claro es que yo no quería popularidad y que no deseo ofender a mi exmujer», explica Paco, de 43 años, sorprendido de la difusión de la imagen en Twitter y Facebook.
Lo confirma desde el bullicio de un negocio que nació hace catorce años al calor de una larga vida en pareja y un futuro cuyo cielo azul se terminó por nublar. Cuando se casaron hace 25 años todo eran ellos. Querían reflejar una relación indestructible: la carnicería se llamaría ‘Mi mujer y yo’, al estilo de aquellos camioneros que bautizaban sus máquinas con los nombres de sus amadas pintados a brocha sobre la cabina. Después, todo se torció y un noviembre, se divorciaron. «Aquello no funcionaba».
Más que un arrebato de despecho (se fue él), su rótulo daba una explicación. «Mira, venía la gente a preguntarme así con guasa... ‘Oye, que no veo a tu mujer...’ ‘Normal, si estoy separado’, pensaba yo». Su cabreo fue en aumento. Quizás una carnicería de barrio con un carnicero divorciado sea el escenario para la tormenta perfecta de la indiscreción. «Imagínate, todos esos clientes que venían allí con el ‘Oye que me he enterado’...». Y así una y otra vez. «¿Que te has enterado? Pues ahora sí que os vais a enterar de verdad», pensó. Tomó una escalera, un pequeño bote de corrector blanco y con su minúsculo pincel echó afuera su gran verdad. «Pinté un ‘ex’ delante de ‘mujer’ y así conté que me había separado. Me quedé tan ancho y le puse un poco de humor a las cosas tristes de mi vida».
Y no era broma
«Al principio creíamos que era una broma que le había gastado alguien con mala leche», comenta Elena Martínez, una de sus vecinas en el barrio de La Laguna. No sabían que la broma se la estaba gastando él a sí mismo. El asunto se confirmó entre el vecindario cuando hace más de un mes, un empresario de rotulación se acercó a la carnicería, conoció la historia y se rindió a los pies de Paco. «Al hombre le debió hacer gracia o algo, porque me regaló el toldo», explica el propietario, que desde entonces atiende bajo la historia de su matrimonio, una biografía cuajada de ires y venires, de broncas y reconciliaciones a la vera de las cintas de lomo y las pechugas de pollo, resumida casi milagrosamente en dos carteles.El de arriba, el más antiguo, habla de ‘Mi mujer’, el otro de ‘Mi exmujer’, 23 años en 24 letras; es casi un haiku.
Una cosa no le salió bien: le siguen preguntando por su mujer.
–¿Cómo se lo ha tomado ella?
–No lo sé, porque no la veo.

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